martes, 16 de mayo de 2017

MANDATO APOSTÓLICO DE LA CONSAGRACIÓN DE MONS. ZENDEJAS Y TEXTO DE LA CONSAGRACIÓN DE RUSIA

MANDATO APOSTÓLICO LEÍDO DURANTE LA CEREMONIA DE LA CONSAGRACIÓN EPISCOPAL DE MONS. ZENDEJAS EL 11 DE MAYO DE 2017 EN VIENNA, VIRGINIA, USA.

Tenemos un Mandato de la Iglesia Romana, quien en su fidelidad a la Sagrada Tradición, recibió de los Apóstoles la orden de transmitir fielmente esa Sagrada Tradición -a saber, el Depósito de la Fe- a todos los hombres, en razón de su deber de salvar sus almas.
Ahora bien, por un lado, desde el concilio Vaticano Segundo hasta hoy, las autoridades de la Iglesia Romana están animadas por un espíritu de modernismo que socava profundamente la Sagrada Tradición, hasta el punto de pervertir la misma noción de Tradición: “No pueden soportar la sana doctrina, han apartado sus oídos de la Verdad y han seguido las fábulas”, como dice San Pablo en su segunda Epístola a Timoteo (IV, 3, 5). ¿De qué serviría pedir a tales autoridades un mandato para consagrar un obispo que estará completamente en oposición a su gravísimo error?
Por otro lado, para obtener tales obispos, los pocos católicos que entienden su importancia hubieran esperado, incluso después del Vaticano II, que ellos pudieran provenir de la Fraternidad San Pio X fundada por Monseñor Marcel Lefebvre, como los cuatro obispos consagrados por él con un previo mandato de emergencia en 1988. Infortunadamente, esta última esperanza parece ser vana cuando observamos que las autoridades de la Fraternidad, por dirigirse constantemente a las autoridades romanas entregadas al Vaticano II, están siguiendo el mismo camino de liberalismo y modernismo.
Entonces ¿de dónde pueden estos fieles católicos obtener los obispos que son esenciales para la supervivencia de su verdadera Fe? En un mundo que día a día se opone cada vez más a Nuestro Señor Jesucristo y su Iglesia, el peligro parece tan grande que, mientras que Pedro no se convierta (San Lucas, XXII, 32), es la misma Santa Iglesia que nos pide venir en ayuda del rebaño abandonado, proveyéndole el mínimo número necesario de verdaderos Pastores (Jeremías III, 15) durante el tiempo en que tal necesidad se presente.
Ninguna presunción o asignación del poder episcopal de Jurisdicción acompaña esta transmisión del poder episcopal de Orden. Y así, en cuanto Dios intervenga para salvar a Su Iglesia, para la cual no queda esperanza humana de salvación, los efectos de esta transmisión y de este mandato de emergencia serán puestos de inmediato en manos de un Papa que de nuevo sea inequívocamente católico.

Mons. Jean Michel Faure, SAJM
Mons. Tomás de Aquino, OSB
Mons. Richard N. Williamson
Mons. Gerardo Zendejas, SAJM


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CONSAGRACIÓN DE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
Santísima Madre de Dios, Inmaculado Corazón de María, Trono de Misericordia, Trono de la Bondad, Trono del Perdón, puerta segura por la cual las almas entran al Cielo; mira de rodillas ante Ti a estos cuatro hijos de Mons. Lefebvre, cuatro obispos tratando de hacer lo que pueden para ayudarte a obtener del Papa y los Obispos de la única verdadera Iglesia de tu Divino Hijo, la Consagración de Rusia a tu Corazón Dolorido e Inmaculado, pues él solamente puede obtener la paz para la humanidad, actualmente bajo la sombra de una espantosa tercera Guerra Mundial.
En Fátima, Portugal, hace cien años, Tú primero advertiste a la humanidad de la Segunda Guerra Mundial por venir, del hambre y persecuciones si la gente no dejaba de ofender a Dios. Para prevenir estos desastres, Tú prometiste regresar para pedir la Consagración de Rusia a Tu Inmaculado Corazón, y la Comunión Reparadora de los Primeros Sábados. Si tus pedidos fuesen atendidos, Rusia se convertiría y habría paz. De lo contrario, los desastres seguirían y Rusia diseminaría sus errores por todo el mundo. Doce años más tarde tú regresaste como lo prometiste, e hiciste la doble petición.
Sin embargo, confiando en los medios humanos para resolver los graves problemas de la Iglesia, los clérigos no hicieron inmediatamente lo que tú solicitaste. Dos años más tarde tu Divino Hijo advirtió a la humanidad a través de la Hermana Lucía de Fátima, que ya que sus ministros retrasaban el cumplimiento de su mandato, sufrirían graves consecuencias: Rusia difundiría sus errores por el mundo, causando guerra y persecuciones a la Iglesia y el Papa sufriría mucho. Aún así el Papa prefirió sus medios humanos al tratar con Rusia.
En 1936, Nuestro Señor explicó a la Hermana Lucía que la conversión de Rusia dependía de su consagración a tu Corazón Inmaculado, porque Él quería que toda la Iglesia reconociera que esta conversión era un triunfo de tu Corazón, de modo que la devoción a tu Corazón se situara junto a la devoción a su Sagrado Corazón.
Todavía los hombres de Iglesia dudaron, y entonces en 1939 estalló la terrible Segunda Guerra Mundial, y en todo el mundo el comunismo extendió su poder. Inmediatamente después de la guerra, tus estatuas peregrinas de Fátima tuvieron gran éxito, pero aún así los hombres de iglesia no harían exactamente lo que pediste y así, en 1957, antes que la Hermana Lucía fuera silenciada por los hombres de Iglesia, ella expresó su tristeza porque ni los buenos ni los malos atendieron el mensaje de Fátima. Tú dijiste que los buenos no le daban importancia, mientras que a los malos no les importaba. Pero tú nos advertiste una vez más de que el terrible castigo era inminente.
Apenas tres años después, ese castigo empezó con la negativa de los hombres de iglesia de hacer pública la tercera parte de tu mensaje, el Secreto de Fátima, el cual pediste que se publicara a más tardar en 1960. Por una mentira casi imperdonable fingieron que les habías dicho que a partir de 1960 podrían publicarlo, y este esfuerzo para sofocar tu mensaje de Fátima ha continuado desde entonces, culminando en el año 2000. Pero tú nunca te rendiste de tus intentos de salvarnos, mientras que los hombres de Iglesia eran cada vez más severamente castigados por la ceguera que los abrumó en el concilio Vaticano II. En la tercera parte del Secreto es muy probable que nos advertiste exactamente en contra de los errores que prevalecieron en el concilio. Y ahora toda la Iglesia está en la oscuridad y el mundo está al borde de la tercera y más terrible Guerra Mundial.
Inmaculado Corazón de María, Santísima Madre de Dios, nosotros te clamamos en nuestra angustia. Auxilio de los Cristianos, Refugio de Pecadores, Consoladora de los Afligidos; en ti confiamos. Reina del Santísimo Rosario, Madre de la Iglesia; imploramos a tu amantísimo, maternal e Inmaculado Corazón que tengan misericordia de nosotros, pobres pecadores, tus hijos; escucha y responde nuestra súplica. Te rogamos que nos obtengas de tu Divino Hijo las gracias necesarias para que el Santo Padre y los obispos cumplan sin dilación la orden del Cielo de consagrar con los obispos de todo el mundo la Santa Rusia a tu Corazón Inmaculado, como lo pediste y de la manera en que lo pediste, en nombre de la Santísima Trinidad, hace ya mucho tiempo, y que todavía está por cumplirse.
Inmaculado Corazón de María, tú sabes cuánto sufrimiento la humanidad hubiera evitado en los últimos 90 años si tan sólo uno de los Papas de este tiempo hubiera atendido tu pedido de Consagrar Rusia. Madre de Dios, solo tú y tu Divino Hijo saben el espantoso castigo que ahora pende sobre las cabezas de la humanidad si los Papas, por cualquier razón inadecuada y humana, todavía rechazan tu pedido. Si depende de ellos, ellos pueden prevaricar, aunque tú nos dijiste, hace cien años, cuánto esto los haría sufrir. Madre de Dios, tu Divino Hijo no puede negarte nada que le pidas. Él desea que la Consagración dependa de ti porque Él quiere que tu Corazón Inmaculado sea honrado como la fuente del triunfo de la Consagración. Santa Madre de Dios, humildemente, de rodillas, te suplicamos que obtengas esas gracias necesarias para que Papa realice la Consagración.

Mientras tanto, ante ti aquí hoy, encomendamos, confiamos y hacemos lo que está en nuestro poder, para consagrar Rusia a tu Corazón Inmaculado, no porque podamos ni remotamente tomar el lugar del Papa y los obispos de todo el mundo, sino porque deseamos honrar tu pedido lo más que podamos. Si tan sólo la Santa Rusia se volviera católica de nuevo, la Iglesia Oriental resucitaría a la Iglesia Occidental, devastada actualmente por el materialismo y el ateísmo. Madre de Dios, nos encomendamos también a tu protección y a tu poderosa intercesión ante Nuestro Señor Jesucristo, quien es el Señor de Señores y el Rey de Reyes, pero al mismo tiempo es un Hijo que ama infinitamente a Su Madre y hará cualquier cosa que Ella pida. Amadísima y Bendita Madre, no tenemos ni sombra de duda de que al final tu Corazón Inmaculado triunfará.