miércoles, 26 de julio de 2017

ACUERDO CHINA-VATICANO: EL MANIFIESTO COMUNISTA DEL PAPA FRANCISCO


Imparable demolición bergogliana: paz sin Cristo, unidad a costa de la Verdad.


FUENTE

Un futuro acuerdo entre el Vaticano y China se perfila en el horizonte. El cardenal emérito de Hong Kong, Joseph Zen, ha declarado en varias ocasiones su oposición hacia lo que él considera una entrega con pies y manos atadas de la Iglesia católica al gobierno comunista chino.
Sus advertencias desgraciadamente no han tenido incidencia en la Realpolitik redefinida por el papa Francisco: cada vez se hace más hincapié en acuerdo entre las dos partes en los medios romanos en el corazón de Santa Martha. Animado por la ideología del diálogo, medio para lograr un consenso resultado de voluntades que suponemos no coaccionadas, consenso que puede resultar necesario en política pero que es más que funesto en religión, pues esto implica abandonar las posiciones dogmáticas para complacer al otro, Jorge Mario Bergoglio, desde que está en el trono petrino, quiere unirse a todo el mundo, incluyendo rojos marxistas perseguidores de cristianos. Está dispuesto a muchas concesiones para llegar a “la armonía de toda la sociedad” china, incluso a costa de obligar a la Iglesia católica a aceptar los dogmas chino-comunistas.
Un elocuente artículo del P. Joseph You Guo Jiang, miembro de la comunidad jesuita china, aparecido recientemente en La Civilitá Cattolica del P. Antonio Spadaro, demuestra que este acercamiento entre la Roma bergogliana y la China marxista avanza a grandes pasos suscribiendo el abandono oficial de la estructura de la Iglesia católica en manos del Partido comunista chino. Revista de jesuitas, La Civilitá Cattolica es la única publicación que es leída por la Secretaría de Estado de la Santa Sede para obtener la aprobación antes de ser impresa. Esto dice hasta qué punto ésta es la voz de su amo en el Vaticano. El “manifiesto” del P. Jiang, publicado con el sello vaticano, reconoce sin vacilar el papel exclusivo, en China, de la ideología y del partido comunista chino con los cuales la Iglesia debe concordar, que bien podría ser percibido como una “profesión de fe” comunista de Francisco.
En el sitio web italiano Gliocchi della guerra, el periodista Roberto Vivaldelli hace una crítica pertinente de este editorial del P. Joseph You Guo Jiang, del cual he aquí su traducción integral:
“El papa Francisco prepara el giro decisivo respecto a la República Popular de China en nombre de una nueva distención, escribe Roberto Vivaldelli. El Vaticano se abre históricamente a Pekín u al Partido Comunista Chino. “En la época de la globalización, la sociedad y los chinos se han vuelto más abiertos y tolerantes hacia la Iglesia católica, observa el P. Joseph You Guo Jiang. En ciertas regiones, la vida y la práctica religiosa han crecido. El gobierno y la sociedad china aprecian el papel y la función de los grupos religiosos y su importante contribución hacia los servicios sociales”.
La Iglesia católica podría abrirse y tratar con el gobierno: “Pues la China tiene características que la distinguen del resto del mundo, subraya el P. Jiang, la Iglesia católica china debe aprender a vivir con la cultura local y tratar con la autoridad política. En otros términos, siempre manteniendo su propia identidad, la Iglesia es llamada a desarrollar una Iglesia católica china con rasgos chinos. Para esto la Iglesia debería adoptar nuevas estrategias para tocar un mayor número de personas, para dialogar y comunicar en una sociedad cada vez más secularizada”.
Según el vaticanista Piero Schiavazzi, en un artículo aparecido en Huffpost, “de cualquier manera que lo veamos, se trata de un giro. Si Ratzinger, con su carta del 2007 a los católicos chinos, abrió las puertas a la colaboración con el gobierno, el manifiesto de Civiltà Cattolica las abre a la colaboración con el partido. El reconocimiento del papel de guía del Politburó por parte de la Sede Apostólica representa un red carpet cromático y diplomático, sobre el cual Pekín, de manera inopinada, avanza con las cadencias policíacas pero que el Pontífice se obstina sin embargo a extender, con un estridente montaje geopolítico de “poner la otra mejilla”.
El sensacional giro en las relaciones diplomáticas con el Partido Comunista es invocado por el mismo P. Joseph You Guo Jiang. Lo que no significa abrazar la ideología sino reconocer la autoridad: “Tanto que el Partido Comunista chino continúe siendo el único partido de gobierno, el marxismo continuará siendo la referencia ideológica de la sociedad –subraya él. Por lo tanto la Iglesia católica china es llamada a redefinir su papel y sus relaciones con el Partido Comunista y con su ideología. Esto no significa estar de acuerdo con la política y con los valores del partido, sino más bien que la Iglesia debe encontrar soluciones flexibles y eficaces para continuar su misión y su ministerio en China”. Una apertura impensable hace apenas pocos años.
Oficialmente, la Santa Sede mantiene relaciones oficiales con alrededor de 180 países en el mundo. Su red diplomática se agrandó notablemente bajo el pontificado de Juan Pablo II, pasando de 84 a 174 países al final de su reinado. El Vaticano ha establecido relaciones oficiales también con Taiwan, mientras que no hay relaciones con China, Arabia Saudita, Vietnam, Afganistán y Corea del Norte. El papa Francisco ¿está dispuesto al giro diplomático?” concluye Roberto Vivaldelli.
Si giro diplomático debe haber para la Santa Sede respecto a China comunista, y si comprendemos el mensaje del P. jesuita Joseph You Guo Jiang con el imprimatur del Vaticano, esto iría de la mano con un giro ideológico respecto al Partido Comunista chino, reconocido así como un interlocutor válido de esta famosa armonización social deseada por el papa reinante. Claramente esto llevará a una dependencia, con la bendición del papa Francisco, de la Iglesia católica y de los fieles hacia el Partido Comunista y su ideología… Con el fin de que “una vez instaurado este diálogo, escribe el P. Jiang, la Iglesia católica y la sociedad china ya no se enfrenten”.
Este diálogo de hecho no es más que un diálogo de traidores y de falsos hermanos pues firma el rechazo y abandono por el Vaticano actual de la Iglesia clandestina china y de sus mártires que han resistido y resisten todavía a la aplanadora marxista de la República popular de China.
Se comprende todavía más la oposición firme del cardenal Joseph Zen, quien conoció la persecución comunista a causa de su compromiso contra el régimen maoísta chino, a todo acuerdo entre el Vaticano y la China marxista, ¡ralliement visto como una traición a Cristo! Y nos asociamos a su grito de dolor lanzado al papa Francisco: “Ahora moriremos por mano de nuestro Padre”.
Francesca de Villasmundo